domingo, 27 de mayo de 2007

LA VIDA NO ES UNA EXCUSA

Algún día alguien descubrirá estas líneas en una noche oscura,
o en una noche sin planes, o en una de esas noches
en que hay tantas responsabilidades encima
que no se puede dejar pasar la oportunidad
de desentenderse de ellas,
para leer esto que escribí cuando el mundo me exigía
que haga otras cosas.
Pero aquí no hay rebeldía ni reacción;
el que entienda lo que hago
encontrará las llaves antes de empezar a buscarlas.
A esa persona es a la que le debo mis obras, mis tachones,
mis horas de insomnio, la belleza y el horror.

* * *

Y de pronto encontré la pena que yacía invisible,
palpable en otras dimensiones.
Esa pena de los momentos importantes, del hablar de amor,
de la santidad del arte,
de la madrugada que se va convirtiendo en día
y del asco en la garganta.
Esta pena, el chute, un gesto sensual
o la canción flotando bajo un mismo cielo,
enredados en las mismas nubes de humo.
Después el despertar,
la imposibilidad de despegarte de la almohada,
el despertar con jazz o música del recuerdo,
el toque mágico para empezar el día.
Porque escribimos tras unas rejas,
miramos a través de algunas ventanas
y robamos lo que podemos.
Cuando la semana corre hacia su fin,
hacia su espacio donde todo acaba
y va cayendo el día en espera de la noche
sobre Chacarilla Halley,
este otro lugar, estas otras calles,
los parques que conosco,
las pistas que huyen del neón,
el abandono del dolor,
abriendo nuevas puertas,
estas puertas a ningún lugar de la eternidad.

* * *

Un carril, una ruta marcada, el ascenso –
la quimera de la pasión – mi amada.
Un caballero sin caballo, con la espada aferrada a la mano,
el escudo algunos metro más allá –
estas botas pisan más que tierra,
este corazón rompe silencios vanos, trampas para listos,
telarañas de vampiros.
La luna cuelga del cielo,
el Expreso de medianoche se va sin decir más.
Esperaremos por vino o cerveza, esperaremos más,
rayaremos canciones,
esperaremos al hombre, callemos al aburrimiento,
saboriemos a frígidos intervalos
después de una ronda más.
Un libro, una frase, un recuerdo,
el ritmo que no para,
las palabras que se suceden,
que mueren una tras otra.
No hay remedio.
Pasémosla bien entonces,
esperaremos un poco más...
huyamos del alba,
que el sol no nos coja despiertos.
Rescatemos un par de canciones de amor
y te las regalo a ti, mi mujercita.
Después de un último suspiro no hay nada.
Caer en el pesimismo es demasiado fácil.
Alertas
Conscientes
Lucidez claustrofóbica.
Algunas noches que no terminan bien,
otro retraso,
la cola para ir al baño.
Los mismos cabellos, besos,
la búsqueda del punto final.
Escribo desde el fondo.
Nada vale más que esto.

Un beso para ti, mujercita,
un beso para los chicos,
un beso para la familia.
Este adiós es el principio.

* * *

Confesiones de madrugada a falta de sueño
y el aguante de la garganta.
El descanso de la novela, las fuerzas para crear con palabras;
estas horas se hacen solas,
cuando los sentidos están dopados no se puede mentir.

Confesiones que reflejan que el corazón es frágil,
que se puede romper, que se acelera con la coca,
que respira con el amor.

Confesiones fotográficas, imágenes cinematográficas en los libros,
el recuerdo de las viejas cantinas;
el centro de Lima y su arquitectura.
Y sus historias.

Nada de mártires, nada de héroes ajenos.
Sólo yo canto en la torre.
El reino de Halley, al otro lado de la ventana,
me hace pensar en que ya viene diciembre
y en que no hay suficiente tiempo para escribir,
si lo piensas bien.

La radio de madrugada a veces ayuda un poco;
en otras ocasiones desespera y me eriza los vellos.
Cuando la noche se sumerge
y la luna cada vez más alta,
se va y se va.

Este canto es por la verdad de la noche.
El tilín que impulsa nuestras frases.
El clima cambia, la madrugada es cálida;
bajo las sábanas se calienta algo

Eso es lo que cuenta.

* * *

Noches de Diciembre

Qué son esas luces rutilantes
que cuelgan de las ventanas a lo largo de las calles,
silenciosas a veces, congestionadas después.
Sumergidas en oscuridad cálida,
pasando largas horas bajo los árboles,
absortas en la nebulosa humareda.

La sensación de diciembre,
las canciones navideñas que corren en el ambiente.
Y sino, también, las fiestas, los días lunes,
el lánguido despertar cubierto por las mañanas soleadas.

El tiempo es corto,
vuelven los teoremas literarios
que nos mantienen despiertos después de horas,
alejados de la cama, con la ropa acumulada junto con los libros,
con las bebidas, con la música,
con las cosas pendientes que ya desaparecieron.

En la esquina, los chicos toman helados en shorts.
Las chicas se lucen con poca ropa,
pero ahora sí, sin sentir frío.

Tal vez, no todos los amaneceres arrastren el terror de la existencia
con el canto de los pájaros, ese canto que anuncia que todo acabó,
una historia a la que se le pone punto, pero no encuentra final.

Esta noche estás ahí, hundido en el sillón,
observando la película a través de la ventana,
perdido y libre.

* * *

Una última palabra – año que muere – hechos, sucesos –
amor y furia – picaduras – literatura y fracaso.

Sol que cae sobre las hojas verdes –
canciones que suenan tristes y gloriosas al amanecer –
las noches de copas, el lento caer de las seis,
ese mar que se extiende en el horizonte.

Técnicas aprendidas – desilusión y bohemia –
contar estrellas es como contar dinero y viceversa – a la larga –
patrullas de criminalística rondarán las calles en Año Nuevo –
Andrés Calamaro hornea un pavo y algunas cosas más esta noche.

En los discos piratas que ahora traen bonus tracks
y son más prácticos y reemplazables –
estos derechos de autor que quizá prevalezcan,
las letras de todas las músicas sin letra conmigo a la tumba se irán.
31/12/03
* * *

Los buenos momentos que aún se dan,
que inquietan con ambiguas invitaciones a los sueños,
horas grises,
cielos rotos,
un minuto de pensamiento libre.
Las duchas ahora son largas,
el agua se traga al cuerpo,
No queda más que la banca del parque para descansar
...descansar ideas,
descansar violencia difusa,
extraña,
ajena.
El fin de tu último capítulo,
el fin de aquella canción,
de sensaciones de verano,
el fin de tus recuerdos,
esas exquisiteces egoístas,
esos buenos momentos que aún se dan sin avisar,
cuando piensas que no volverán más.
El teléfono pronto dejará de sonar,
caerá la tarde,
olvidaremos ciertos gritos
y mañana volverá el invierno.

1 comentario:

alberto zelada garcía dijo...

lima es una ciudad discola a veces con todo el peru metido en ella a empujones por tanto es tna variopinta slaudable en solo pocoas eskinas pero en fin ciudad de muchos.. no mia