lunes, 17 de noviembre de 2008

MARIHUANA Y CONTRACULTURA

Por: César Sánchez Torrealva y
Miguel Sánchez Locatelli

FUNDAMENTACIÓN

Un tema casi polémico, tal vez sea el consumo de marihuana, en este aspecto creemos que es importante investigar el fenómeno contracultural de esta; ya que resulta necesario diferenciar su consumo por la vía de expresión de protesta y la de pasatiempo sin un fin exactamente necesario, no dejando de lado la influencia que ha tenido en el arte ya sea de la pintura como la literatura. Tal vez, como último manifiesto contracultural que el mundo ha vivido ha sido el Flower Power (el poder de las flores) en donde la marihuana o el loto, como describe Homero en su obra la Odisea, también estuvo presente como medio de expresión alternativa o de rechazo hacia los estímulos convencionales -por llamarlos de alguna manera- como el alcohol, citando uno de los ejemplos.

En esta última revolución contracultural, la marihuana ha estado bajo recaudo de artistas como Andy Warhol y escritores como Allen Ginsberg y Jack Kerouac, los Beatles y Bob Dylan admitían públicamente que fumaban hierba, el doctor de Harvard Timothy Leary experimentaba con drogas siendo expulsado de esta universidad. Estos son sólo algunos de los tantos ejemplos de la llamada generación de la paz y el amor libre.

Pero ¿Por qué la marihuana? ¿Por qué la marihuana otra vez? ¿Por qué la marihuana siempre? Estas son algunas de las muchas preguntas que la opinión pública suele hacerse cuando el tema de la contracultura es puesta en el tapete. Pues bien, iremos por partes para facilitar la comprensión del lector empezando por descifrar la “relación mística” entre la marihuana y los primeros referentes contraculturales.

No sólo los alucinógenos y las drogas han sido la única vía para el cambio de vida contra el sistema; Gandhi en su revolución lo demostró y los Hippies la adoptaron, propalando paz y amor, en la propia manera de ser y existir, en los alimentos y en el estilo de vida. En cuanto a la religión, cristo y buda tal vez fueron los primeros seres contraculturales.

La conceptualización actual de la marihuana ha sido masificada como algo dañino y consumida sin motivo alguno, además puede ser la monotonía y el ocio un camino hacia las drogas, la falta de ideologías también pueden llevar a consecuencias extremas en el consumo de este tipo de sustancias, sin embargo los conceptos que se brindará a continuación aclarará el panorama de lo que fue la droga para algunos movimientos contra o culturales, lo que es hoy y lo que hoy significa.

CAPITULO I:

MARIHUANA EN LA HISTORIA

Es inútil extenderse sobre esta sustancia que ya todos conocen. El nombre científico de la planta es Cannabis Sativa:”es una planta psicotónica anual que crece en las zonas templadas”. El término marijuana deriva de la palabra portuguesa Muran cuanco, que significa “intoxicación”. Es originaria del Himalaya. Con el nombre de “la que deleita”, el cannabis era considerado el “alimento especial” de los inmortales que “vivían” en lo alto de las montañas de Grecia, de la India y de China. Los Yogi la emplearon muy pronto bien fumándola, bien comiéndola, para concentrarse en la contemplación incorpórea. Los chinos la usaban ya en el año 2008 a.c con fines textiles y en el año 2337 a.c registraron sus efectos en un tratado de farmacología. Herodoto a descrito los baños de Cannabis entre los escitas durante los siglos V- VI a.c y nos ha descrito también las costumbres de una tribu que ponía yerba Kapnobata en una hoguera y se embriagaba respirando su humo de la misma manera que los griegos se embriagaban tomando vino. Hacia el año 500 d.c se propagó por Europa, donde los árabes lo usaban, con fines medicinales y afrodisíacos, con el nombre de Beng; En la edad media era ampliamente utilizado en Persia y el Líbano. Más o menos por esta época los indígenas del África Central aprendieron a fumar haciendo pasar el humo a través del agua; la pipa de hashish sirvió, pues a los fumadores de Kif (así se llamó el Cannabis en el norte de África) desde un principio.

En los Estados Unidos, donde los mexicanos la usaban desde siempre en las ceremonias religiosas o como tabaco digestivo, fue sembrado intencionalmente por el rey Jacobo I para obtener de las plantaciones abandonadas en 1770, cuando los barcos a vapor comenzaron a sustituir a los barcos de vela, nacieron las mieses salvajes, que pronto comenzaron a ser aprovechadas por los mexicanos modernos: su preparación del Cannabis se llamó Mota.

Los años 20 marcaron en los Estados Unidos una acentuada boga del Cannabis, entre los músicos de jazz especialmente y todos saben que en la segunda post guerra, en San Francisco, la marijuana estaba tan difundida como la coca – cola, entre los escritores contemporáneos, como conocidos experimentadores se podría mencionar a Herman Hesse, Aldous Huxley, George Andrews, Paul Bowles, Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William Burroughs.

La resina del Cannabis Sativa –el hashis– contiene psicotoxinas, cuyos principios activos han sido llamados colectivamente THC: se comenzó a analizar hacia 1839 y fue aislada a comienzos de los años cuarenta por R. Adams de la Universidad de Illinois, que constató que actúa sobre el sistema nervioso central, no produce hábito, no es alcaloide, produce bienestar y visiones.

La primera injerencia represiva sobre el uso del cannabis fue la militar imperialista de Napoleón, que durante la invasión de Egipto, en 1789, sentó las bases de las leyes contra el hashis, que todavía están en vigor. Finalmente en 1923, el gobierno de Sud África propuso al comité para el tráfico de drogas que el cáñamo indio fuese declarado droga tóxica.

En los Estado Unidos, donde la marijuana había comenzado a circular en 1910,
introducida en sur oeste por los mexicanos había entrado en vigor en 1914 el Harrison Act que solamente se ocupaba de los opiáceos. La primera ley que se ocupó explícitamente de la marijuana fue la Marijuana Tex Act, promulgada en 1937 y propuesta y concluida por Harry Anslinger, un ex funcionario en los tiempos del prohibicionismo, que se había quedado prácticamente sin trabajo cuando éste quedó abolido y al cual se había confiado la organización del entonces minúsculo Federal Bureo of Narcotic, cuya misión se limitaba al cobro de las tasas impuestas sobre los opiáceos.
La psicosis impuesta al público por culpa del martilleo propagandístico llegó a ser tan truculenta que, en 1944 el alcalde de Nueva Cork Fiorello de la Guardia, nombró un Comité de investigación cuyas conclusiones concordaron con los suaves resultados a los que en su momento había llegado el viejo comité Anglo – Indio en 1893.
Entre 1963 y 1965 la comisión comenzó a aventurar algunas dudas sobre la peligrosidad del Cannabis y en 1968, después de que en 1967 hubiese habido más de 30 mil arrestos por uso de marijuana, se comenzaron a tener en cuenta las numerosas campañas a favor de su legalización.

El 23 de Marzo de 1972 el Internacional Herald Tribune pareció concluir decenas de discusiones y concluir con calma olímpica el problema de millares de personas arrestadas y encarceladas por el uso de estupefacientes al referir que la Comisión Nacional había decidido “reprimir el uso de la marihuana sin que por ello se considere criminales a sus consumidores”, y había constatado que los daños producidos por la marijuana a la salud eran mucho menores a los producidos por el alcoholismo.

Está claro que la droga, tal como es comúnmente entendida, la propaganda a bombo y platillo por films o publicaciones más o menos sensacionalistas, tiene bien poco que ver con estos discursos que solamente se refieren a las sustancias usadas por los poetas y artistas experimentales de los años cincuenta. Pero de la misma manera que no faltaron imitadores del Estilo de Vida caracterizado por Fitzgerald, tampoco faltaron imitadores del Estilo de Vida inventado por Charlie Parker. Si en la primera posguerra los imitadores se pusieron a beber por el puro placer del peligro o por ostentación económica o, en la mayoría de los casos, por moda, los imitadores de la segunda postguerra fumaron marihuana por el gusto de hacer algo prohibido y cayeron a veces en manos de los proveedores de las drogas duras.
La propaganda espectacular del poder se basa fundamentalmente en estos desgraciados, para los que la droga es un vicio antes que una extensión de la conciencia, de manera semejante como el alcohol podía ser para los alcohólicos de la primera posguerra una enfermedad antes que un gesto de denuncia.

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