jueves, 27 de noviembre de 2008

CAPITULO II

CULTURA EN CONTRA


Por: Cesar Sánchez Torrealva y
Miguel Sánchez Locatelli


El término contra cultura procede de la traducción literal del ingles counter culture como resulta fácil de percibir, sin embargo su significado representativo, o expresivo si se quiere, va mas allá de estas simples palabras acuñadas. En todo caso es conveniente señalar que el concepto de cultura no corresponde a elite intelectual alguna. No, la cultura es un todo, un todo disgregado que se respira en cada instante cuando observamos el comportamiento de alguna colectividad humana regida por pareceres, actitudes y expresiones homogéneas. De esta manera, la contracultura ser opone a lo asimilado, a lo aglutinado, a lo establecido; en suma a todo aquello que se masifique al hombre dentro de un “blog cuadriculado” del cual esta nueva cultura pretende escapar.

Las personas que poseen alguna noción al respecto pueden fácilmente relacionar a esta cultura alternativa con una década de flores y cabellos largos ya pasada y en concepto podría decirse que esa percepción no tiene porque se asumida por equívoca mas sí insuficiente porque la historia de esta “oposición existencial” germinó mucho antes de Woodstock y la llegada del hombre a la luna. Como prueba de ello bastaría con señalar que las más destacadas figuras espirituales como Jesús o Buda mostraron una abierta posición antagónica con respecto al sistema establecido en sus respectivos tiempos o espacios. Como prueba de ello proponemos continuación una cronología de los principales movimientos artísticos, intelectuales y filosóficos que a través de la historia se opusieron a la cultura predominante

II.1 Primeros referentes

Goliardos

En el siglo XII bajo un gran fervor cultural en Europa surgían las primeras catedrales y la burguesía progresista se oponía a los poderes feudales. Había trovadores y cortes de amor en los castillos así como juglares que recorrían pueblos y plazas cantando sus historias. Pero ese mundo estaba sometido a dos grandes poderes que se disputaban la hegemonía absoluta. De un lado la iglesia y al otro el imperio.

Es bajo este contexto que los Goliardos intelectuales y estudiantes tratan de gozar del mundo y de la sabiduría, en lo posible, ajenos a estos dos grandes focos de poder. Inician pues una especie de peregrinaje en busca de los grandes centros culturales del momento pero “entreteniéndose” en el camino, en tabernas y burdeles. Discuten, cantan y buscan compañía en las emociones más reprochadas por su sociedad.

Precursores románticos

Es en Inglaterra donde los escritores romanticistas mostraron una actitud más desenfadada frente al orden establecido de su tiempo como lo podemos percibir en poetas como Lord Byron que desafió a la propia corona inglesa.

Quizá podamos referirnos a algunos escritores y poetas románticos de comienzos del siglo XIX como los primeros en iniciarse en la experiencia de los alucinógenos, buscando estados de conciencia iluminados, sueños y visiones que les llevasen lejos de una realidad circundante que, muy a menudo, juzgaban de misérrima. El más ilustrativo referente podemos hallarlo en el poeta ingles Samuel Taylor Coleridge que inicia el romanticismo lírico en Inglaterra. Se estima que Coleridge ingería laudano (solución hidroalcohólica del opio) para combatir malestares de tipo nervioso relacionados con el sueño y sus pesadillas.

El maldito de Rimbaud

En el siglo XIX la sociedad europea era otra a la opuesta siete siglos atrás; ahora, el acelerado avance industrial, así como la consolidación de la casta burguesa colocaban al artista en una posición de marginalidad que este acepta. Y surge así el escritor maldito, que se cubre de galas y suntuosidades para acentuar su desdén al mundo habitual, su aristocrática disidencia.

Jean Artur Rimbaud, hijo de una familia burguesa de Francia, es considerado el principal exponente de una “tribu de escritores malditos”. Tras ser alumno ejemplar durante la etapa escolar, Rimbaud descubre a los nuevos poetas franceses que editaban el parnaso contemporáneo: Theophile Gautier, José María de Heredia y el más joven de ellos Paúl Verlaine.
Inspirado en la rebeldía de estos escritores, Rimbaud empieza a escribir sus primeros versos así como va despojándose de su imagen de niño modelo para adoptar una postura irreverente e intelectualmente violenta.
Antes de cumplir la mayoría de edad, el poeta abandona sus estudios y hogar, para internarse en el submundo literario francés donde conoce a Verlaine con quien vive un apasionado romance.
En 1874, a la edad de 20 años y después de escribir sus mas grandes legados: “Una temporada en el infierno” y “Las iluminaciones”, Rimbaud renuncia al oficio literario para llevar una vida de trotamundos que lo llevaría a inhóspitos lugares como El Cairo donde ejercería oficios de dudosa reputación moral.
A pesar de esta deserción creativa, el poeta nunca renuncia a su afán de búsqueda de una existencia apasionada, nómada y sobre todo contestataria que finalmente le valdría, a través de los años, mantener intacta su imagen de muchacho rebelde que nuca se acopló al molde. Una posición contracultural sin duda alguna.

El Surrealismo

Luego de la primera guerra mundial se produjo en Europa una especie de neorenacimiento que simbolizaría las desenfadadas ganas de vivir de lo que se llamaría “los locos años veinte”.

En lo artístico la corriente que tardaría poco tiempo en predominar sería la conocida como Vanguardismo (caracterizado por su hermetismo, experimentación técnica y afán de originalidad)

Dentro de los diferentes ismos que comprendida la vanguardia (futurismo, dadaísmo, cubismo, etc.) podríamos considerar al surrealismo, como el representante de un choque frontal con muchas cosas como opositores de las normas acartonadas de la moral burguesa, expresándose a través de un real estallido del color.

Así también apelaron al fondo del subconsciente humano trabajando la imagen onírica: “una cosa nos sugiere otra con la cual, aparentemente, no guarda conexión, como sucede en los sueños”. Para los surrealistas todas esas imágenes, racionalmente inconexas, guardan alguna extraña pero exacta relación en el mundo íntimo de nuestro subconsciente y por lo tanto de nuestra vida.

En el aspecto literario se desarrolló la escritura automática a través de la cual el escritor podía expresarse sin control racional alcanzando así grandes logros de expresividad y simbolismo insospechados hasta entonces.

II.2 La Generación Beat

Es sin duda el movimiento más representativo artísticamente hablando surgido en Norteamérica en los últimos 58 años. Hijos de la guerra y la más ortodoxa tradición americana, los beats simbolizaron el error y la desconfianza de la generación atómica encontrando en poetas como Allen Ginsberg, Gary Snyder y Lawrence Ferlinghetti a sus máximos exponentes líricos que marcaron leyenda en recitales salvajes y apasionados que se conocieron como “El renacimiento de San Francisco”.

En prosa destacaron los novelistas Jack Kerouac y William Burroughs con un estilo narrativo tan revolucionario como su temática inspirada básicamente en experiencias personales que buscaban relatar de la manera más sincera y directa su percepción frente al país, su gente, sus lugares, su política y a la vida en general.

Kerouac sustentó los principios de lo que él llamaría “prosa espontánea”; en una edición de la respetable revista norteamericana The New Yorker en donde comparaba la labor del escritor con la de un órgano sexual: “Se debe escribir con fuerza, con una energía interna que nos lleve a sentir los mismos espasmos que percibimos en el máximo esplendor de una relación sexual”

Tras su apogeo en los años cincuenta, los beats fueron tomaron senderos heterogéneos tanto en su obra como en sus vidas personales, sin embargo cabe mencionar el protagonismo de algunos de sus integrantes como Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti en la cultura juvenil de los años sesenta.
Algunos textos en concreto sirvieron como Biblia o manuales de vida para la generación de las flores; novelas como On The Road de Kerouac o Junkie de William Burroughs se convirtieron en libros de cabecera para muchos jóvenes que con collares y cabellos largos invadieron las calles de San Francisco, pero fue el poema Howl de Allen Ginsberg el más paradigmático manifiesto de esta generación.

II.3 La metafísica psicodélica de Timothy Leary

A inicios de los sesentas el catedrático de Harvard, Timothy Leary, se pierde en un inhóspito desierto mexicano donde es auxiliado por unos nativos quienes le dan a probar algunos hongos alucinógenos. Al volver a su país, Leary decide conocer más acerca de “experiencia mexicana” y accede a los laboratorios farmacéuticos de la universidad descubriendo el LSD25 una sustancia psicoestimulante capaz de generar alucinaciones.
Fascinado por los efectos, el doctor decide ir más allá y lleva sus experiencias al salón de clase compartiéndolas con sus alumnos, lo cual le valdría ser expulsado de la universidad. Una vez fuera de los parámetros académicos Leary y sus seguidores (intelectuales destacados en su mayoría) se atrincheran en la mansión Milboork donde realizarían una serie de psicoexperimentos de los cuales nacerían los primeros preceptos de la psicodélia que finalmente desembocaría en el hippismo.
Hasta 1967, Leary es considerado el principal representante del movimiento de las flores publicando una serie de libros y revistas donde detallaba sus ideologías. Tras una serie de arrestos y demás problemas legales pasa esporádicamente a la clandestinidad y de manera paralela lucha por la creación de la “Liga del Descubrimiento Espiritual” (las siglas en ingles eran LSD) donde el uso de estupefacientes estaría permitido como sagrado sacramento religioso.
Al margen de lo polémico de sus ideas y actitudes es innegable que el doctor Timothy Leary fue quizá la figura contracultural más provocadora del siglo XX, lo cual le valió ser considerado el hombre más peligroso de América según el presidente Richard Nixon.
A lo largo de la década del sesenta surgió un gran número de movimientos y tendencias contraculturales entre ellos el más representativo y recordado sin duda alguna fueron los Hippies. A su vez destacó también el movimiento psicodélico bajo la filosofía de Leary y Ken Kesey. Ambos movimientos encontraron una gran similitud e inclusive se sirvieron de complemento uno al otro en sus inicios, sin embargo al finalizar la década las perspectivas ideológicas chocaron hasta volverse casi incompatibles; la psicodelia continuó pregonando el viaje dentro de la mente lo cual fue asumido como una posición muy ortodoxa por los hippies californianos de Haight Ashbury que se trazaban objetivos más tangibles y menos individualistas como la unión y la comprensión de los hombres fuera de las normas y leyes sociales.

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