viernes, 1 de agosto de 2008
DIEZ AÑOS DESPUÉS

Contundente. Y de allí mi vida cambió. Terminé mi novela, cumplí los 19 y ya coqueteaba con la idea de abandonar la universidad para dedicarme a escribir a tiempo completo. Entonces llegó El Salmón, un disco extenso tan actual como anacrónico en un solo concepto: nadar contra la corriente a inicios de un milenio donde la necesidad económica lo domina todo y apocalípticas filosofías de auto superación rigen el inconsciente colectivo.

Pero el disco no sólo hablaba de nadar contra corriente por hacerlo, sino que iba más allá sugiriendo una especie de respuesta: la creación compulsiva como medio de evasión frente a la competencia febril y la alienación comercial. Cinco discos compactos llenos de pólvora que resumían un solo álbum. Ciento tres canciones y muchos días de composición constante parecieron decirme algo: era hora de escribir en serio. Y así empecé a escribir con la misma rapidez con la que vivía. Mis fantasías se convirtieron en novelas. Paralelamente, Calamaro había pasado a una especie de clandestinidad, refugiado en su departamento en Buenos Aires, componiendo canciones subterráneas que se publicaban únicamente vía internet. Cada canción parecía contener un mensaje personal y a la vez un reto a seguir creando cosas que realmente molestasen al sistema. De vez en cuando, leía notas que hablaban del mal estado de salud de Andrés Calamaro, de su alejamiento de los escenarios, de lo incomprensibles y descuidadas que eran sus canciones actuales, en resumen: que en cualquier momento se nos podía ir.
Se estima que en ese periodo de creación frenética Andrés grabó cerca de diez mil temas, entre propios y covers. Yo por mi parte no quise quedarme atrás escribiendo cuatro novelas de manera casi paralela. A fines del 2003 escuché que Calamaro ya no componía, había abandonado su departamento que utilizaba como estudio de grabación y parecía completamente confundido en cuanto a su futuro artístico. A esta etapa de transición, proceden una serie de discos cuasi recopilatorios como El Cantante, El Palacio de Las Flores y Tinta Roja que regresan a Calamaro a

Para ese periodo mi estilo de vida y de escritura igualmente habían caído en cierto letargo y afrontaba más espacios de bloqueo creativo y noches de sábado en casa. Fue otro disco el que me ayudó a cerrar el círculo. La Lengua Popular, editado el 2007, se destacaba como una triste oda a la vida, como la esperanza que nace a partir de la aceptación del dolor. Recibe con alegría el cambio reconociendo el trayecto.
Entre fines del 1998 e inicios del 1999 leía con interés adictivo a Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs. Escuchar el Honestidad Brutal significó para mí, una lectura más que fortaleció la decisión de entregarme por completo a mi vocación creativa. De allí en adelante casi todos los discos de Andrés han sido fieles aliados en cuanta batalla personal libraba en busca de inspiración y algo más. De modo que lo importante hoy, diez años después, no es el concierto del 26 de Octubre, para el cual ya tengo una entrada en primera fila en el cajón, sino que todos aquellos sueños, pérdidas y emociones que marcaron mi primera década como “escritor en actividad”, siempre tuvieron una canción de Calamaro de fondo.

Etiquetas:
Andrés Calamaro,
Calamaro en Lima,
Honestidad Brutal,
Salmón
DIVAS
Aunque no convenza a muchos, Olivia Goldsmith y Jacqueline Susann, son dos de las autoras que han resaltado con mayor precisión las tribulaciones de la mujer contemporánea, atrapada en la cultura occidental.




A ambas autoras, las une un cierto final trágico e irónico en sus vidas. Una metáfora de lo que escribieron: probar que tanto la mujer que sueña con casarse y tener hijitos, como la liberal que quiere jugar sin comprometerse, no son más que estereotipos machistas.
Etiquetas:
Jacqueline Susann,
Olivia Goldsmith
Suscribirse a:
Entradas (Atom)